Lleven las velas, pero tápense los oídos, porque si el día de la candelaria oyen tocar a duelo pronto le llamará la muerte a un pariente o amigo. Y es que por la candelaria el agua restalla, como dicen las cabañuelas, y si no el tejón sale, ve su sombra, y vuelve a la guarida, porque el invierno se alarga. "¿Y qué importa si tengo en la izquierda una moneda y el crêpe aguanta, o si doy la fiesta porque me tocó el regalo en el roscón de reyes?" dice el marinero, que huye de su mala suerte. Tampoco hay que hacer mucho caso, al fin y al cabo la marmota sólo acierta el 28 % de las veces que pronostica el tiempo cada dos de febrero.